jueves, 11 de febrero de 2016

TEATRO: BEYA

PARA PREVENIR Y CONCIENTIZAR

Beya es una obra que cuenta la trata de mujeres, está adaptada al libro Le viste la cara a dios, su directora y actriz, Marisa Busker, dialogó con Baldosas Flojas sobre el espectáculo que sale a escena los miércoles y jueves a las 20:30hs en La Lunares Teatro, Humahuaca 4027.

  Beya, es una obra que cuenta la historia de una mujer que fue captada, privada de su libertad y puesta a funcionar como mercancía barata, en una paleta de acontecimientos dentro del margen estrecho de valores y situaciones que se presentan en un puticlub hasta que logra escapar, además muestra cómo soportar el  ablande, la violación, la droga, el desprecio, la tortura, el inventar formas de sobrevivir, las complicidades y vínculos. La directora y actriz de la obra, Marisa Busker,  que sale a escena los miércoles y jueves a las 20:30hs en La Lunares Teatro, Humahaca 4027, dialogó con Baldosas Flojas sobre los valores perdidos, lo que ve la  sociedad, el machismo y cómo se puede cambiar esta realidad.
¿Cómo se te ocurrió el guión de la obra?
Es la adaptación a la escena de un libro. En este caso, Le viste la cara a Dios de Gabriela Cabezón Cámara. Un texto muy descarnado sobre la trata de mujeres. La puesta escénica la fui descubriendo de a poco: primero aprendí bien el texto, que de corrido lleva 35 minutos y en la escena se hacen 70, porque le hago espacio con las acciones físicas y las músicas que canto. Busqué sensaciones a través de la comprensión del texto, me imagino cosas que pasan, voy descubriendo vínculos…pienso mucho en el tipo de energía que quiero para cada parte, contrastes, me concentro en ello, reconozco formas de hacer con el cuerpo. Luego el vestuario, los ritmos que le acoplo. En fin, es un gran trabajo, como una sinfonía para una orquesta grande. Muchas cosas a las que atender al mismo tiempo.
 ¿Hay forma de descabellar a los grupos que se encargar de las trata sin ayuda del estado?
 Y….no creo. Es una decisión política y debe estar el estado dispuesto a ello.
¿Cuánto escalafones ayudan al negocio, ministros, intendentes, policías, funcionarios, etc?
No sé, eso lo verán quienes se vayan a ocupar del tema, si es que alguna vez sucede.
¿Cómo se puede hacer para que los hombres dejen de pensar a las mujeres como un objeto?
 Es un problema cultural muy arraigado y con variedad de categorías. Por ejemplo, las propagandas de artículos como puede ser un auto, lleva a alguna mujer con ropas que parecieran provocativas y se utiliza como símbolo de estatus para que compres el auto. Esto en algunos países del norte de europa, por ejemplo, está prohibido. Y no son conservadores, ya que son capaces de desnudarse unos frente a otros sin problema alguno. En fin, un ejemplo no basta. Las mujeres mismas deberían salirse de ese esquema de ser objeto, mostrando sus necesidades con claridad de una manera más fresca, espontánea, sin tanto “papel de caramelito”. Pero claro, esto es una apreciación personal. En la obra que presento, el personaje –Beya-, está tratado de esa manera. Si bien Beya entra a funcionar dentro de un puticlub en donde le hacen de todo, el personaje que creé está siempre descalzo, y las ropas no son las típicamente sexy-latino. Más bien está presente el desnudo del torso como algo natural. No hace falta más. El sexo en la obra-texto está tratado todo el tiempo como violación=tortura. Beya es un objeto de carne y hueso, cosa que no es su voluntad.
¿Se piensa en el público a la hora de la puesta en escena de la obra?
Sí, siempre se piensa en el público. Es una obra violenta pero que abre a preguntas, cada uno se defiende a su manera. Es una obra  muy descarnada y por eso trato de aprovechar los mínimos espacios de algo que pudiera ser tierno, blando, amoroso, por decirlo de alguna manera. Esto es lo difícil de la puesta escénica. Algunas espectadores lo tomarán mejor que otros.
¿Los valores perdidos son para los negociantes, los que consumen o para las víctimas (como cree la sociedad)?
Para todos los que nombras. Hay un lugar en donde pedí hacer la obra, pero no la tomaron y, si bien la vieron y encontraron al texto y a la actuación muy buenos, dijeron que debían cuidar a su público pequeño burgués clase media. Dos cosas entonces, una porque es demasiado cruda y otra porque el mismo público es consumidor de puticlub. Y cuántos de los que consumen puticlub se preguntarán si están tratando con una víctima de trata o no? ¿es el puticlub algo naturalizado en ciertos estratos sociales? Algunos podrán hacer otros trabajos y eligen estar en un puticlub, algunos están forzados a estar, aunque no creo nadie disfrute de ser abusado sexualmente, de estar en una situación contra su voluntad.
¿Cuánto ayuda los medios a difundir el tema y que rol puede cumplir hoy la tecnología?
No sé cuánto ayudan los medios, no lo sé, pero siempre está bueno informar de cuestiones de trata, de prevención, asistencia telefónica, saber sobre la manera en como se mueven estas redes, tratar de desnaturalizar situaciones de las cuales –muchas veces- las personas mismas ya no son conscientes. Yo misma aprendí sobre el tema haciendo la obra. Y te aclaro –por las dudas- que no soy una especialista en el tema.
¿Adónde y a quién les gustaría mostrar el espectáculo?
A todo el que lo quiera ver. Es un buen trabajo artístico, tiene que serlo porque si no se convierte en una bajeza brutal, una gran porquería barata. Hay que animarse a hacer un trabajo tan agonizante como este. La obra tiene un final amigable dentro del drama. Y eso se me hace a mí, y supongo que al espectador, todo más llevadero. El cuerpo –mi cuerpo- está muy expuesto y para eso hay que estar muy entrenado. Yo creo que el trabajo es artísticamente precioso, desde la escritura y desde la escena.
¿Creen que a través de una obra se puede generar consciencia o mostrar otra forma de vida?
Si, se puede generar consciencia. La escritora anda sin tapujos y llama a las cosas por su nombre y expone su decisión política al respecto desde el epígrafe que está al inicio del libro que dice: aparición con vida de todas las nenas y mujeres desaparecidas por las redes de prostitución y juicio y castigo a los culpables.

A mí misma, todo el trabajo en sí, me generó más consciencia. ¿Por qué no habría de hacerlo con los demás?

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