miércoles, 23 de diciembre de 2015

LITERATURA: CHOCOLATINES DE LAURO CAMPOS

HISTORIAS PARA SABOREAR UNA TRAS OTRA


Lauro Campos es actor, director y escritor teatral desde muy chiquito, por eso decidió que sus anécdotas, experiencias e relatos estén en el libro Chocolatines. En charla con Baldosas Flojas el dramaturgo nos contó cómo se acercó a la literatura, para que pueden ser utilizadas  las crisis y la tecnología.



Las experiencias son algo que uno no olvida y quiere contarla a la mayor cantidad de gente para que pueda sentirla o bien para que la disfrute. Lauro Campos  nació en Luciano José Ramón Corvalán,  en Rosario, Santa Fe, fue  Abogado dedicado a la función judicial y jubilado en la misma, pero  durante toda su vida se dedicó a ser actor y director teatral en el teatro independiente de su ciudad, escribió teatro, radio, televisión y narrativa.  Tiene numerosas publicaciones de sus obras premiadas en las colecciones del Instituto Nacional del Teatro, como Circe o el banquete y El servidor, El camino del elefante y textos de Solomonólogos  son algunos de sus textos teatrales publicados.
Estrenó más de cien piezas de las ciento cincuenta que tiene escritas. En el rubro radio, recibió el Galardón Susini, por trayectoria en 2003 de parte del Consejo Profesional de Radio de Argentores, y en 2014, el Premio Argentoy res por su radio comedia Crack, en el rubro radio novela en capítulos.
Todas las anécdotas y recuerdos decidió contarlas en el libro, recién editado, chocolatines, en charla con Baldosas Flojas el escritor nos contó las obras que lo marcaron, las pasiones que le despiertan las historias y lo que puede generar el teatro.
 ¿Cómo se acercó a la literatura?
 A la literatura desde chico. Pero a eso hay que agregarle que yo, a los 13, cuando comencé a estudiar inglés en la filial rosarina de ICANA (ARICANA), comencé también a interesarme por el teatro y leía teatro inglés y norteamericano tanto en idioma original como en castellano. Eso me llevó luego a estudiar la técnica inglesa para interpretar. Pero en lo que se refiere a narrativa, fue la colección Robin Hood, aquella gloriosa de las grandes novelas para adolecentes, la que me llevó a la emoción y el gusto por la literatura por vez primera. También una historia sagrada regalada por mi papá y Las mil y una noches, los cuentos árabes, que me apasionaron. Yo todavía recuerdo con emoción y lloro con Corazón, de Edmundo de Amicis, y me encantan Las aventuras de Tom Sawyer y su amigo Huckleberry Finn, de Mark Twain. Después fueron los Cuentos de la Alhambra, de Washington Irving. Una comedia mía, un gran éxito, "Qué se puede hacer con un muerto en una noche de sábado?" tuvo su primera inspiración en el cuento del Jorobadito muerto de Las mil y una noches.
¿Cuáles fueron las obras que lo marcaron para dedicarse a la dramaturgia?
A la dramaturgia me llevaron también norteamericanos e ingleses como O´Neill, el papá del teatro norteamericano, y Tennessee Williams, en el drama. Y en la comedia Noël Coward, del que hice todo su repertorio, como actor y director con mi mujer, Emmy Reydó. Pero me gustan entre los españoles Lorca, Paso y Mihura y entre los italianos Pirandello y Eduardo di Filippo, el autor de Filumena Marturano, de la que hice una versión magnífica para dos personajes que aprobaron sus herederos.
¿De qué se trata Chocolatines, recuerdos y anécdotas?
 CHOCOLATINES son recuerdos y anécdotas con humor y emoción, son recuerditos apasionados, cortos, para saborear uno tras otro, como en el cine los chocolatines. Y pintan en algunos casos mi vida y en otros mi vida CON. He conocido a mucha gente maravillosa a lo largo de mi carrera, y he atesorado esas amistades, esas conexiones. Y tengo una buena memoria, por lo cual he vuelto locos a mis amigos contando estas anécdotas a veces vividas por mí, otras contadas por amigos. Esa tradición oral por milagro se ha convertido en uno de mis libros más regocijantes porque tiene de todo, afecto, humor, tragedia, misticismo. Todo eso que soy yo, apasionadamente.
¿Se piensa en el público a llevar la puesta en escena una obra?
 A veces sí, otras no. He pensado en el público a la hora de producir, porque era importante que el público disfrutara, no se aburriera, se llevara algo. En estos momentos en que vuelvo al teatro como actor el año próximo, he pensado en lo que me gusta, en lo que quiero decir. Quiero hablar de reconciliación, de misericordia, de abrazo, y por eso voy a hacer un espectáculo que se llama Lauro cuenta Andrónico, según la tragedia de Shakespeare. Es unipersonal y contado también, como los CHOCOLATINES. Yo soy un gran "contador" de historias. Y eso lo aprovecharé desde el teatro. Contando esta historia que tiene que ver con la Roma de la decadencia y también con nuestro país. Y como director voy a dirigir una pieza mía, Ella entre nosotros, que es una pieza epistolar escrita para mis amigos dos actores mayores que estarán estupendos. Y con ellos estará mi mujer. Es una historia muy chejoviana, muy suave y hermosa. Y también voy a dirigir un unipersonal para Evangelina Bruno, una estupenda actriz, que se llama Hasta hace daño mirarla, y es sobre la cancionista Ada Falcón. Estos tres espectáculos han sido planeados sin pensar en si les van a gustar o no al público. Estoy mayor ya y creo que me puedo dar el gusto de hacer y decir lo que quiero en este medio tan hermoso y que amo tanto.
¿Qué tiene el teatro que no tiene las demás ramas del arte?
El teatro tiene todas las artes en sí mismo. Es más, puede agregarse a él la multimedia y puede transformarse en la combinación perfecta de todas las artes: Literatura, Pintura, Música, lo Audiovisual, todo. El teatro además detona un aspecto de la vida en un momento de la historia y si esa detonación pega en el público se universaliza. Por eso es tan importante.
¿Vivir en constante “crisis” ayuda a buscar respuesta en el teatro?
Si entendemos las crisis por cambios estos son siempre saludables. Y el contacto con los cambios que plantean los jóvenes son tan saludables que eso te ayuda a no anquilosarte con viejas fórmulas teatrales que ya no interesan, al menos en este momento. Yo soy un autor inscripto en el realismo, pero no en el naturalismo. El realismo da lugar a  permisos que enriquecen el espejo que el teatro pretende ser. Y las crisis ayudan. Si me apuras un poco, hasta la angustia ayuda.
¿En qué ayuda y perjudica la tecnología hoy para el teatro?
 No, creo que siempre ayuda, en la medida que te propongas usarla. El hombre tiene la decisión. Si querés hacer el gran espectáculo con todos los chiches tecnológicos, fantástico. A veces la decisión del artista pasa por hacer algo chiquito, íntimo, y eso pequeño tiene mucha más fuerza que lo espectacular.
Cree que a través del arte se puede generar consciencia  o mostrar otra forma de vida

 Siempre. Y más aún a través de la comedia. La comedia con su espejo terrible y burlón, el humor, es la mejor manera de mostrarle a la gente cómo vive y cómo se puede vivir de una manera diferente.

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