El guionista, actor y director habló con BALDOSAS FLOJAS sobre su película Paco, la punta del iceberg.
El tipo está convencido de muchas cosas a esta altura. Diego Rafecas tiene las ambiciones de un púber y los conceptos afinados de quien sabe lo que quiere y cómo lo quiere. “Paco, la punta del iceberg” demuestra que la ficción puede ser, en ocasiones, mucho más efectiva a la hora de decir que los propios documentales. Diego Rafecas lo sabe y, después de tanto tiempo, una película suya logró convocar y sobrevivir en los cines. “La mayoría de la gente sabe que la película está hecha con mucho trabajo, los mejores técnicos, los mejores actores. Hay actores que no se van a meter en un guión mediocre, por lo menos, Norma Aleandro, Luis Luque... Gente que no tiene necesidad de hacer cosas que no les gustan tanto...”, explica.
¿Cómo hiciste para convencer a semejante elenco?
De los actores tuve una respuesta directa, conforme y unánime, no tuve ni un rechazo. Cuando cerré a Norma (Aleandro) supuse que el resto de los actores no me iban a decir que no. Eso fue bastante simple, vengo de la actuación, llego a la dirección a través de la actuación. En Un buda y Rodney si hay algo que no está mal es la actuación.
Rafecas transitó muchos caminos, algunos sinuosos, otros, complejos. Empezó a estudiar actuación a los 17 años y se desgarró de pena cuando vio sufrir a sus padres por culpa de su adicción. Decidió curarse. Conoció en 1995 al maestro Zen Kosen Thibaut y se convirtió en su discípulo.
¿Por qué desiste hablar del drama del paco y con qué intenciones te habías propuesto hacer la película?
En un principio no tenía ninguna intención de dejar algún mensaje, ni hacer catarsis. Es, quizás, como un pintor que necesita pintar porque se muere. El arte me fascina, es así. El guión lo escribí hace muchos años, se fue plasmando de a poco, conseguir la plata. Me llevó mucho tiempo conseguir el dinero y terminar de definir el elenco. En el elenco hay talento y estoy disfrutando de la taquilla. Primera vez en mi vida que una película mía es un éxito de taquilla (risas...)
Rafecas nació en mayo de 1969. Mientras sigue presentando Paco en distintos lugares y proyecta que el film se vea en muchos colegios secundarios, está trabajando junto a Rodrigo De La Serna en un guión que tiene a la comunidad toba como protagonista. Posiblemente se empiece a filmar a fin de año.
La punta del iceberg
Paco trabaja en a relación que puede existir entre una chico de clase media alta, acomodado y una joven que vive en una villa. Nadie está exento de estos temas, ni los ricos, ni los pobres, aunque estos últimos entran en un círculo viciado del que no pueden escapar. Explica Diego Rafecas: “El protagonista de la película es el hijo de una senadora que se enamora de una chica que vive en Congreso. La chica vive en la villa, lo invita un día y fuma paco. De un día para otro lo acusan de volar una cocina de cocaína con explosivos de alto calibre. La funcionaria que era candidata a presidente, de un día para otro, entra en un ciclón de espanto”
¿Por qué decidiste contar esta historia para hablar del paco?
La peli tiene esa historia, pero el paco es la cocción de la pasta base hacia la cocaína. Es difícil que una persona rica fume paco y no tome cocaína y champagne. Estás tomando kerosene, una cosa es la basura de la basura. El problema del paco es que ya no es tan barato. Es una cosa tan adictiva, te nubla tanto la mente que los pibes se toman doscientos dosis por día y quieren más, y son doscientos pesos. Termina siendo caro. Y destruye conexiones neuronales que nos e vuelven a restituir. No todas las drogas lo hacen: tiene un grado de toxicidad tan alto que destruye todo lo que tiene a su paso. El conurbano se está volviendo el regreso de los muertos vivos y eso es lo que más duele de esta droga. Según las madres del paco, esta es un droga de exterminio. Está diseñada para exterminar a una clase social con la cual nadie sabe qué hacer...
¿Por qué está problemática no aparece reflejada con clara y comprometida importancia en los medios masivos de comunicación?
La tele desinforma cada vez más. La gente tiene que saber qué está viendo, a quién le habla, quién le dicen las cosas. Eso es lo que quieren. Tergiversan todo. El problema no es la sustancia. La sustancia es la sustancia, es una baldosa, un pedazo de madera, es materia. El problema es humano, siempre, el problema está atrás. La desigualdad, la falta de trabajo, las carencias, afectiva, emocional. La idea era contar la historia desde adentro, pero también tenía ganas de que fuera entretenida, que mantenga ritmo, es un thriller policial.
¿Cuáles fueron tus primeras impresiones cuando conociste a las madres de los chicos que padecen la adicción al paco?
Las vi súper valientes. Son gente que tiene un huevos gigantes. Van a la cocina del vendedor y llaman a la policía y a los medios para que vengan. Ellas no tienen nada que perder, ya perdieron un hijo, están para luchar. Los dealers le tienen un pánico enorme a las madres.
Usted lo sabrá porque ya es padre, pero que difícil debe ser saber que un hijo puede estamparse contra una pared. Qué hacer cuando un hijo está transitando un sendero peligrosísimo...
Es raro porque a tu hijo también le tenes que dar libertad. La falta de amor o no saber cómo dar ese amor. Quizás los padres no saben cómo querer bien a su hijo o hija. No hay reglas. También aquellos que quieren internan a su hijo porque se fumó un porro. Siempre un drogadicto quiere despegar lo que pasa que está metido en un quilombo y es difícil salir, tiene que tener mucha libertad. Tenes que irte a otro lugar, salir de ese entorno y renovar las células para que el cuerpo no pida más. Una vez que el cuerpo no pide más uno puede ser más consciente con lo que hace...
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