El actor presenta en el Konex Las malas palabras, virtudes terapéuticas de la obscenidad, una obra de teatro basada en un texto del psicoanalista Ariel Arango. En dialogo con BALDOSAS FLOJAS, Kuzniecka explica qué lo motivo a emprender un unipersonal sobre los prejuicios de llamar algunas cosas por su nombre.
De mucho sirve aquel aporte teórico-barrial que Roberto Fontanarrosa explicitó en el III Congreso de la Lengua Española. Así lo planteaba el Negro ante la atónita mirada de los eruditos del habla allí presentes: “Me pregunto por qué son malas las malas palabras, quién las define como tal. ¿Quién y por qué?, ¿quién dice qué tienen las malas palabras?, ¿o es que acaso les pegan las malas palabras a las buenas?, ¿son malas porque son de mala calidad?, o sea que ¿cuando uno las pronuncia se deterioran? o ¿cuando uno las utiliza, tienen actitudes reñidas con la moral?”. Unos años más acá en el tiempo, el actor Daniel Kuzniecka volvió a hacerse algunas preguntas similares sobre la base de un libro del psicoanalista y docente Ariel Arango. La obra retoma algunos conceptos del texto relacionados con la histeria social suscitada al escuchar o decir palabras que evocan, entre otras cosas, a lo sexual o a alguna parte del cuerpo. “Las malas palabras, virtudes terapéuticas de la obscenidad” surgió cuando Kuzniecka, limpiando su biblioteca, se reencontró con el libro que había leído en su adolescencia: “Estaba con ganas de hacer un unipersonal, volver a la narración y no estar amparado en una obra. Tenía ganas de encontrarme con el público y poder explayarme. Cuando encontré el libro, dije ´vamos a hacer algo con esto´. Y tuve además la suerte de encontrar al autor y que él estuviera muy a gusto con hacer esta versión teatral”
¿Qué fue lo que te llamó la atención del libro de Arango para decidirte a convertirlo en un guión de teatro?
Lo que más me llevó a decidirme para hacer este material tiene que ver con una coincidencia que tengo con el autor y es, simplemente, a llamar a las cosas por su nombre. Soy un tipo muy respetuoso, que me gusta hablar muy claro y uno, con mucho respeto, puede decir lo que tiene que decir en el momento indicado o preguntar lo que tiene que preguntar. Esto último en el periodismo es claro. Por lo general hay muchas dificultades para preguntar sobre cosas reales. A los políticos, por ejemplo, los periodistas les preguntan sobre cosas irreales. Hay temas que son urgentes y que están esperando que se los nombre como de los debe nombrar y sin embargo no pasa nada. En cualquier conversación, cuantas veces uno mismo está teniendo una charla con alguien y sabe que lo que va por debajo de la charla es otra cosa y, sin embargo, ambas partes, se hacen los distraídos. La conversación sigue y siguen hablando de lo que no están hablando y sobre lo que están hablando, en realidad, no se nombra. Como soy un ferviente admirador del aprovechamiento de la vida, digo, bueno, basta de hacernos los distraídos con ciertos temas.
¿La sexualidad es el icono de estos artilugios para no nombrar?
Si en todos lados está la sexualidad de manifiesto para qué ocultarla. Si en una novela todos nos asombramos o la prensa de la producción de la novela dice “hoy se van a dar un beso” Y entonces el ratting sube dos puntos. Y dicen “mañana van a hacer el amor” y hacen prensa con eso y sacan una foto y de pronto, otra vez, suben dos puntos de ratting. Bueno entramos en una vorágine de locos. Entonces, si la sexualidad está presente, las malas palabras no son un problema, el problema está en nuestra mente.
Daniel Kuzniecka nació en Panamá en 1965, pero desde chico de radicó en Buenos Aires. Su rostro es reconocible por su actividad en televisión, sin embargo, como actor empezó a sentirse reconocido por su trabajo en Caballos salvajes y su extraordinario papel de Nicolás, en Cenizas del Paraíso, ambas películas dirigidas por Marcelo Piñeyro.
Si bien Argentina es un país que, a través de la aprobación de la ley que permite el matrimonio para parejas del mismo sexo, puede considerarse abierto para tocar ciertos temas, el sexo sigue siendo un tabú...
Tal cual. Nosotros somos bastantes evolucionados en Latinoamérica. Yo estuve trabajando en Colombia hace dos años y si, son bastante más pacatos que nosotros. Ni hablar de Chile. Yo creo que un espectáculo así no se puede hacer ni siquiera en el teatro por la forma de cada pueblo. Pero igual hay un gran prejuicio. En la televisión, cuando algún conductor se hace el osado o el trasgresor por decir: teta o culo, hay algo que no funciona. Eso denota que si eso es ser osado, estamos mal o frente a un tema para debatir. El espectáculo investiga eso. De que se trata que ciertas palabras sobre algunas partes del cuerpo. Si se nombra de una manera es legitimo y si se nombra la misma parte del cuerpo con un lenguaje más callejero se convierte en una mala palabra. ¿Y por qué razón? Si son sinónimos... En el espectáculo se muestran distintas obras de arte de hace mucho tiempo atrás que bien pueden ser pornografía o la manifestación de ciertas culturas en relación a cómo vivían su sexualidad... la invitación está hecha...
Las malas palabras, virtudes terapéuticas de la obscenidad se puede ver los viernes, sábados y domingos en Ciudad Cultural Konex, Sarmiento 3131 (Sala B).Hasta el 22 de Noviembre
De mucho sirve aquel aporte teórico-barrial que Roberto Fontanarrosa explicitó en el III Congreso de la Lengua Española. Así lo planteaba el Negro ante la atónita mirada de los eruditos del habla allí presentes: “Me pregunto por qué son malas las malas palabras, quién las define como tal. ¿Quién y por qué?, ¿quién dice qué tienen las malas palabras?, ¿o es que acaso les pegan las malas palabras a las buenas?, ¿son malas porque son de mala calidad?, o sea que ¿cuando uno las pronuncia se deterioran? o ¿cuando uno las utiliza, tienen actitudes reñidas con la moral?”. Unos años más acá en el tiempo, el actor Daniel Kuzniecka volvió a hacerse algunas preguntas similares sobre la base de un libro del psicoanalista y docente Ariel Arango. La obra retoma algunos conceptos del texto relacionados con la histeria social suscitada al escuchar o decir palabras que evocan, entre otras cosas, a lo sexual o a alguna parte del cuerpo. “Las malas palabras, virtudes terapéuticas de la obscenidad” surgió cuando Kuzniecka, limpiando su biblioteca, se reencontró con el libro que había leído en su adolescencia: “Estaba con ganas de hacer un unipersonal, volver a la narración y no estar amparado en una obra. Tenía ganas de encontrarme con el público y poder explayarme. Cuando encontré el libro, dije ´vamos a hacer algo con esto´. Y tuve además la suerte de encontrar al autor y que él estuviera muy a gusto con hacer esta versión teatral”
¿Qué fue lo que te llamó la atención del libro de Arango para decidirte a convertirlo en un guión de teatro?
Lo que más me llevó a decidirme para hacer este material tiene que ver con una coincidencia que tengo con el autor y es, simplemente, a llamar a las cosas por su nombre. Soy un tipo muy respetuoso, que me gusta hablar muy claro y uno, con mucho respeto, puede decir lo que tiene que decir en el momento indicado o preguntar lo que tiene que preguntar. Esto último en el periodismo es claro. Por lo general hay muchas dificultades para preguntar sobre cosas reales. A los políticos, por ejemplo, los periodistas les preguntan sobre cosas irreales. Hay temas que son urgentes y que están esperando que se los nombre como de los debe nombrar y sin embargo no pasa nada. En cualquier conversación, cuantas veces uno mismo está teniendo una charla con alguien y sabe que lo que va por debajo de la charla es otra cosa y, sin embargo, ambas partes, se hacen los distraídos. La conversación sigue y siguen hablando de lo que no están hablando y sobre lo que están hablando, en realidad, no se nombra. Como soy un ferviente admirador del aprovechamiento de la vida, digo, bueno, basta de hacernos los distraídos con ciertos temas.
¿La sexualidad es el icono de estos artilugios para no nombrar?
Si en todos lados está la sexualidad de manifiesto para qué ocultarla. Si en una novela todos nos asombramos o la prensa de la producción de la novela dice “hoy se van a dar un beso” Y entonces el ratting sube dos puntos. Y dicen “mañana van a hacer el amor” y hacen prensa con eso y sacan una foto y de pronto, otra vez, suben dos puntos de ratting. Bueno entramos en una vorágine de locos. Entonces, si la sexualidad está presente, las malas palabras no son un problema, el problema está en nuestra mente.
Daniel Kuzniecka nació en Panamá en 1965, pero desde chico de radicó en Buenos Aires. Su rostro es reconocible por su actividad en televisión, sin embargo, como actor empezó a sentirse reconocido por su trabajo en Caballos salvajes y su extraordinario papel de Nicolás, en Cenizas del Paraíso, ambas películas dirigidas por Marcelo Piñeyro.
Si bien Argentina es un país que, a través de la aprobación de la ley que permite el matrimonio para parejas del mismo sexo, puede considerarse abierto para tocar ciertos temas, el sexo sigue siendo un tabú...
Tal cual. Nosotros somos bastantes evolucionados en Latinoamérica. Yo estuve trabajando en Colombia hace dos años y si, son bastante más pacatos que nosotros. Ni hablar de Chile. Yo creo que un espectáculo así no se puede hacer ni siquiera en el teatro por la forma de cada pueblo. Pero igual hay un gran prejuicio. En la televisión, cuando algún conductor se hace el osado o el trasgresor por decir: teta o culo, hay algo que no funciona. Eso denota que si eso es ser osado, estamos mal o frente a un tema para debatir. El espectáculo investiga eso. De que se trata que ciertas palabras sobre algunas partes del cuerpo. Si se nombra de una manera es legitimo y si se nombra la misma parte del cuerpo con un lenguaje más callejero se convierte en una mala palabra. ¿Y por qué razón? Si son sinónimos... En el espectáculo se muestran distintas obras de arte de hace mucho tiempo atrás que bien pueden ser pornografía o la manifestación de ciertas culturas en relación a cómo vivían su sexualidad... la invitación está hecha...
Las malas palabras, virtudes terapéuticas de la obscenidad se puede ver los viernes, sábados y domingos en Ciudad Cultural Konex, Sarmiento 3131 (Sala B).Hasta el 22 de Noviembre
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