viernes, 12 de junio de 2009

El niño pez


Cuando se acepta el no poder elegir


En su primer largometraje, XXY, Lucia Puenzo, contaba la historia de un hermafrodita y cómo su familia lo ocultaba para que la sociedad no lo margine y tenga una vida “normal”.
En esta segunda película, El niño pez, la directora se vuelve a involucrar en el sexo, pero en este caso le agrega las cuestiones de las clases sociales.
En El niño pez, una chica pobre oriunda de Paraguay viene a la Argentina a los trece años, tras perder un hijo y pelearse con su padre (un actor muy conocido en su país). Guayi logra conseguir trabajo de mucama para una familia burguesa y tiene que servir a toda la familia tanto en cuestiones domesticas como sexuales.
La familia está compuesta por un padre juez, la madre que aparenta derrochar felicidad, un hijo drogadicto y una hija que esta enamorada de la mucama.
Puenzo pone en evidencia cómo las clases pobres sin protección deben acostumbrarse a ser utilizadas por quienes pagan su sueldo y es tan así que ni siquiera se distingue la obligación de sus preferencias.
Solamente intenta rebelarse gracias a un plan que coordina con su pareja, la hija del juez, pero esto pondrá al descubierto las cicatrices de viejos golpes y se dará cuenta de que por más que quiera olvidarse de lo vivido o eliminar su clase-condición, las huellas del pasado siempre estarán presentes.

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