HISTORIA,
INVESTIGACIÓN PARA CAMBIAR LA REALIDAD
A través del libro Calibán y la bruja de Silvia
Federici se puede aprender que el
capitalismo, en tanto sistema económico-social, está
necesariamente vinculado
con el racismo y el sexismo. Dado que el régimen debe justificar y mistificar las contradicciones
incrustadas en sus relaciones sociales, con la promesa, de libertad frente a la
realidad de coacción generalizada y la promesa de prosperidad frente a la realidad
de la penuria generalizada, denigrando la "naturaleza" de aquéllos a
quienes explota: mujeres, súbditos coloniales, descendientes de esclavos
africanos, inmigrantes desplazados por la globalización.
La autora del libro Calibán y
la bruja, Silvia Federici, presenta las
principales líneas de un proyecto de investigación sobre las mujeres en la
transición del feudalismo al capitalismo que comenzó a mediados de los setenta,
en colaboración con la feminista italiana Leopoldina Fortunati. Sus primeros
resultados aparecieron en un libro que publicó en Italia en 1984, Il Grande
Calibano. Storia del corpo social ribelle nella prima fase del capitale, El
gran calibán. Historia del cuerpo social rebelde en la primera fase del
capital.
Según la escritora, y activista italiana, el interés en esta investigación estuvo motivado
en origen por los debates que acompañaron el desarrollo del Movimiento
Feminista en Estados Unidos, en relación a las raíces de la “opresión” de las
mujeres y las estrategias políticas que el propio movimiento debía adoptar en
la lucha por su liberación. En ese momento, las principales perspectivas
teóricas y políticas desde las que se analizaba la realidad de la
discriminación sexual venían propuestas por dos ramas del movimiento de
mujeres, principalmente: las feministas radicales y las feministas socialistas.
Calibán y la bruja reconstruyó las luchas
anti-feudales de la Edad Media y las luchas con las que el proletariado europeo
resistió a la llegada del capitalismo. El objetivo no es sólo poner a
disposición de los no especialistas las pruebas en las que se sustenta el
análisis, sino revivir entre las generaciones jóvenes la memoria de una larga
historia de resistencia que hoy corre el peligro de ser borrada. Preservar esta
memoria es crucial si hemos de encontrar una alternativa al capitalismo. Esta
posibilidad dependerá de nuestra capacidad de oír las voces de aquéllos que han
recorrido caminos similares, declaró la escritora.
En la introducción del libro, Silvia Fedirici deja
en claro que:
Desde Marx, estudiar la génesis del capitalismo ha
sido un paso obligado para aquellos activistas y académicos convencidos de que
la primera tarea en la agenda de la humanidad es la construcción de una
alternativa a la sociedad capitalista. No sorprende que cada nuevo movimiento
revolucionario haya regresado a la «transición al capitalismo», aportándole las
perspectivas de nuevos sujetos sociales y descubriendo nuevos terrenos de
explotación y resistencia.1 Si bien este libro está concebido dentro de esa
tradición, hay dos consideraciones en particular que también lo han motivado.
En primer lugar, un deseo de repensar el desarrollo del capitalismo desde un
punto de vista feminista, evitando las limitaciones de una «historia de las
mujeres» separada del sector masculino de la clase trabajadora. El título
Calibán y la bruja, inspirado en La Tempestad de Shakespeare, refleja este
esfuerzo. En mi interpretación, sin embargo, Calibán no sólo representa al
rebelde anticolonial cuya lucha resuena en la literatura caribeña
contemporánea, sino que también constituye un símbolo para el proletariado mundial
y, más específicamente, para el cuerpo proletario como terreno e instrumento de
resistencia a la ló- gica del capitalismo. Más importante aún, la figura de la
bruja, que en La Tempestad se encuentra
confinada a un segundo plano, se ubica en este libro en el centro de la escena,
en tanto encarnación de un mundo de sujetos femeninos que el capitalismo no ha
destruido: la hereje, la curandera, la esposa desobediente, la mujer que se
anima a vivir sola, la mujer obeah que envenenaba la comida del amo e inspiraba
a los esclavos a rebelarse. La segunda motivación de este libro ha sido, con la
nueva expansión de las relaciones capitalistas, el retorno a nivel mundial de
un conjunto de fenómenos que usualmente venían asociados a la génesis del
capitalismo. Entre ellos se encuentra una nueva serie de «cercamientos» que han
expropiado a millones de productores agrarios de su tierra, además de la
pauperización masiva y la criminalización de los trabajadores, por medio de
políticas de encarcelamiento que nos recuerdan al «Gran Confinamiento» descrito
por Michel Foucault en su estudio sobre la historia de la locura. También hemos
sido testigos del desarrollo mundial de nuevos movimientos de diáspora
acompañados por la persecución de los trabajadores migrantes. Algo que nos
recuerda, una vez más, las «Leyes Sangrientas» introducidas en la Europa de los
siglos XVI y XVII con el objetivo de poner a los «vagabundos» a disposición de
la explotación local. Aún más importante para este libro ha sido la
intensificación de la violencia contra las mujeres, e incluso en algunos países
(como, por ejemplo, Sudáfrica y Brasil) el retorno de la caza de brujas. ¿Por
qué, después de 500 años de dominio del capital, a comienzos del tercer milenio
aún hay trabajadores que son masivamente definidos como pobres, brujas y
bandoleros? ¿De qué manera se relacionan la expropiación y la pauperización con
el permanente ataque contra las mujeres? ¿Qué podemos aprender acerca del
despliegue capitalista, pasado y presente, cuando es examinado desde una
perspectiva feminista? Con estas preguntas en mente he vuelto a analizar la
«transición» del feudalismo al capitalismo desde el punto de vista de las
mujeres, el cuerpo y la acumulación primitiva. Cada uno de estos conceptos hace
referencia a un marco conceptual que sirve de punto de referencia para este
trabajo: el feminista, el marxista y el foucaultiano.
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