CON LA AVENTURA DE ESCRIBIR
Jorge
Andrade es escritor, narrador y ensayista y actualmente editó su novela Vida
retirada que trata de una guerra entre dos comunidades y donde el protagonista
es lo insólito que sucede. El autor dialogó con Baldosas Flojas y nos contó cómo
se acercó a la literatura, los libros que lo marcaron y lo que puede generar la
escritura.
Dos comunidades viven en el subsuelo de París.
Son los “exiliados” y los “clochards”. Los primeros han abandonado por voluntad
propia los placeres y las angustias del mundo exterior, para llevar una vida
austera y disfrutar de la paz de una convivencia respetuosa y tolerante con sus
iguales. Los “clochards”, por el contrario, han sido expulsados contra su
voluntad de la vida de la superficie y anhelan el momento del regreso. Mientras
tanto, reproducen en los túneles de las cloacas parisinas los vicios de la vida
mundana: el anhelo de poder y riqueza, el engaño naturalizado como modo de
relacionarse con el otro, la explotación del más débil. La contienda entre
ambos grupos da lugar a una batalla que sorprende, incluso, a un lector que ya
se ha familiarizado con lo insólito.
Bajo
esta trama trata la nueva novela de Jorge Andrade que se llama Vida retirada,
el escritor dialogó con Baldosas Flojas sobre los libros que lo marcaron, el
público, la tecnología y cómo la literatura puede llegar a los adolescentes.
¿Cómo
llegó a la literatura?
Estudié
ciencias económicas y me di cuenta de que el abordaje sesgado de la ciencia no
me servía para contestar las preguntas que me planteaba la vida. Necesitaba una
aproximación a la realidad más abarcadora y comprendí que el camino para mí era
el arte. Hubiera querido ser pintor, pero con pocas aptitudes para las artes
plásticas me incliné naturalmente por la literatura.Digo “naturalmente” porque
mi padre había reunido una importante biblioteca a la que mi hermana y yo
teníamos acceso irrestricto, sin censura previa,y fue el ejemplo del libro en
las manos de mis padres y mis propias lecturas los que me dotaron de las
primeras herramientas para intentar la aventura de escribir.
¿Qué
libros lo marcaron e influyeron en su vida?
Son
muchas las lecturas importantes y han dependido de las épocas de mi vida. Entre
los argentinos aprecio en particular a Horacio Quiroga. También me interesaron
en su momento algunas de la novelas del llamado “boom latinoamericano”. Durante
un tiempo leí literatura norteamericana, de la que valoro su economía de
lenguaje y su enfoque cinematográfico de las situaciones literarias.Leí
atentamente a Kafka, me entusiasmó Maupassant y particularmente Proust. Pero si
tuviera que elegir dos autores esenciales, esos cuyos libros me llevaría conmigo
a una isla desierta, debo decir sin lugar a dudas que esos son Cervantes y
Shakespeare.
¿Cómo
definiría Vida
retirada?
Una
novela de la vida. Una novela que concentra en un microclima, en un espacio
cerrado, como en un laboratorio, todos los comportamientos humanos, desde el
más ruin hasta el más sublime.
¿Se
puede alejarse de los lujos ofrecidos y ser tolerante sin tener enemigos?
Por
supuesto que es posible alejarse de las seducciones mundanas y que se puede ser
tolerante. En cuanto a hacerlo sin por ello ganarse enemigos eso tendrían que
responderlo los enemigos. Puede que el egoísmo de algunos llegue a tanto que no
sólo quieran poseerlo todo sino que no puedan soportar que alguien no quiera
tener nada o se conforme con apenas lo sustancial para la subsistencia. Hay
quienes no soportan el espejo que les muestra lo que son por elección propia.
¿El
humor es parte importante del relato o del gancho con el lector?
El
humor es parte fundamental del relato y de la vida. Desde luego que puede haber
literatura sin humor y que se puede vivir sin humor. Pero el humor hace la
literatura y la vida más saludables.
¿Cuáles
son sus inspiraciones a la hora de escribir y en qué momento lo hace? ¿Es de
llevar papel y lápiz por si se le ocurre algo por la calle o viajando?
Las
inspiraciones son múltiples en mi caso. Puede ser una vieja idea que se me
ocurrió hace años, una escena o una cara que veo en la calle, un perfume, un
aire musical, una inflexión de voz particular.
Escribo
en todo momento en que puedo hacerlo. No tengo un lugar ni una hora
particulares para escribir. Cuando trabajaba ocho horas por día, después de
cenar me sentaba a escribir. Desde que, hace muchos años, empecé a trabajar por
cuenta propia, trato de reservar para la literatura las horas en que mi cabeza
funciona mejor que son las de la mañana y las de la media tarde.
No
llevo papel y lápiz pero escribo mentalmente. Durante mis últimas vacaciones de
verano vi una escena que fue el disparador para un cuento. Lo escribí en la
memoria y, al llegar de regreso a mi casa, lo volqué al papel. Claro está que no
se trata de una transcripción mecánica sino creativa, porque durante la
transcripción las ideas evolucionan.
¿Se
piensa en el lector mientras se va escribiendo?
Yo
no pienso en el lector.
¿Cómo
cree que se le puede llegar la literatura al adolescente?
El
modo ideal de infundir en el adolescente el amor por la lectura es que
previamente se haya hecho de él un niño lector. Esa es tarea del hogar. Si el
niño no tuvo un ejemplo de padres lectores que le inculcaran el amor por el
libro, llegará a la escuela sin una predisposición por la lectura. La educación
escolar tendrá un trabajo arduo para salvar ese hándicap que coloca al
adolescente en una situación de inferioridad personal y social.
¿En
cuánto ayuda y qué perjudica la tecnología en la literatura actual?
Todo
depende del uso que se haga de la tecnología. En lo que se refiere
estrictamente al libro, tanto como lector cuanto como escritor,creo que la
tecnología actual ayuda y no perjudica. Yo leo tanto en papel como en e-book,
depende de las circunstancias y de los momentos. Por ejemplo, el libro
electrónico es muy práctico para llevar en los viajes. Como escritor el e-book
me facilita un alcance que es más difícil de lograr con el libro tradicional. Vida retirada se ha publicado en los dos
soportes y, gracias al recurso electrónico, ya está en manos de lectores que
viven muy lejos del Buenos Aires donde fue editado.
Otra
cosa es si nos enfocamos en el acceso al conocimiento. En este aspecto parece
que, si no se toman medidas para revertir sus efectos perniciosos, los medios
electrónicos profundizan la brecha entre la clase de los letrados y la de aquéllos
que podríamos llamar analfabetos funcionales. La élite al servicio de los
grupos de poder, que posee la cultura docta y almacena y procesa el
conocimiento letrado, continúa reflexionando alfabéticamente. Ella concibe el
proyecto de control de las conciencias y tiende el puente
con la cultura popular que recibe en imágenes los datos funcionales al saber y
las estructuras dominantes.
¿Cree
que a través de un libro se puede generar conciencia o mostrar otras formas de
vida?
Que
se puede mostrar otras formas de vida no tengo la menor duda. Cada historia que
se imagina puede ser una forma particular de entender la vida.En cuanto a
generar conciencia, si es eso lo que el autor pretende puede intentarlo. Y a mi
modo de ver tiene una sola forma de intentarlo: preguntando. Cuando leía y
cuando empecé a escribir en mi juventud yo, en la literatura, buscaba
respuestas. Después comprendí que el libro, la literatura, el arte en general
no integran un sistema de respuestas sino que enseñan a preguntar y que su fin,
en definitiva, es generar en el receptor nuevas preguntas, único camino en la
búsqueda de un sentido para la vida.
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