DISCONFORMIDAD
DE LA REALIDAD
Tiempos de cambio: Los que podemos ver, es una obra
que sale a escena los viernes a las 20hs en el teatro No Avestruz, Humboldt 1857, que trata sobre el poder,
la libertad, el sometimiento y las miserias humanas. Su director y
autor, Guido Inaui Vega, dialogó con Baldosas Flojas sobre cómo se acercó al
teatro, los poderosos, los pobres y lo que puede cambiar el teatro en la
sociedad.
Un
hombre con poder y sus asistentes están a cargo de un lugar perdido en la
historia. Transcurre el año de Audiencia Pública y se tejerán estrategias para
que todo "cambie" en pos de mantener el sistema establecido.
Negociados, corrupción, acuerdos de dudosa ética construyen un entramado de
poder y opresión del que es difícil escapar.
En
otro sector viven, ¿viven?, los pobres, aquellos contratados para "ser
pobres" y mostrar sus miserias. Hasta que alguien llega, y las estructuras
de poder se ven cuestionadas. Está conjetura plantea la obra Tiempos de cambio:
Los que podemos ver que sale a escena los viernes a las 20hs en el teatro No
Avestruz, Humboldt 1857. Su director Guido Inaui Vega, charló con Baldosas
Flojas y nos contó sobre cómo se le ocurrió el guión de la obra, la puesta en
escena, el público y la forma de cambiar
el sistema,
¿Cómo
y por qué se te ocurrió la obra?
La
obra nace como parte de una suerte de trilogía política/social. La primera
parte se llamó "¿Poder o no poder?" y esta segunda, "Los que
podemos ver". Más allá de eso, cada obra nace como única y especial, en ese laburo, nació "Tiempos de Cambio:
Los que podemos ver".
Nace
desde una disconformidad de la realidad, como una manera de sumar la voz, de
"leer la realidad". Quizás una mezcla de dolor, de acidez, y de
humor.
La
realidad no solo como país, sino también en la "realidad cotidiana",
y como sociedad, individualmente y grupalmente.
Nace
de una necesidad. La necesidad de reflejar una mirada incómoda, haciendo
"incomodar sanamente" al que la ve. Es una obra poderosa,
movilizadora. Y eso mismo me fue sucediendo mientras la escribía. Mi cuerpo
reaccionaba. (Luego de tomar unas cuantas notas mentales), mientras la escribía
había momentos donde reía, otros donde la emoción ganaba y otros donde sudaba
por lo que "sucedía en el texto" y con los personajes. Es una obra
donde suceden muchas cosas.
¿Qué
obra o hecho te marcaron para acercarte al teatro?
En
realidad me acerqué primero, empecé a hacer, y luego me fui embarcando en
tantos ricos autores de textos como teóricos. Desde chico, a la pregunta
"¿qué vas a hacer cuando seas grande?", siempre respondía
"escritor". No sé de dónde lo saqué. Pero así de testarudo era. Me
marcó el primer cortometraje que hice (para el colegio). Allí entendí que esto
era a lo que me quería dedicar. Luego, hacer mi primera obra. Y después sí,
empezar a estudiar y a leer, y a estudiar y volver a leer. La mayoría de los
textos que leí fueron por propia iniciativa. Nunca me gustó "leer por
obligación".
Y en
cuanto a los libros los que me han marcado hasta ahora... un montón. Hay
muchos con los que acordé, otros con los que discutí.
En
materia teórica, podría ser desde Meyerhold, Piscator, Grotowsky hasta Eugenio
Barba y sus islas flotantes, en cuanto a
obras, podría nombrar desde "Un enemigo del pueblo", "Rey
Lear", "Pato salvaje", "Macbeth", "La
Fiaca", "La nona", "Edipo rey", "Madre
coraje", y varias más que ahora no me vienen a la cabeza.
¿Los
poderosos siempre piensan en los pobres cómo herramienta para mantener el poder?
Es
una buena pregunta. Creo que siempre hay un grupo que es "utilizado"
para mantener el poder, casi siempre suelen ser los pobres. Lamentablemente siempre
es necesario un grupo marginal, excluido, que "quiera entrar a
jugar". Se sueña con una vida mejor. Con la promesa de una vida feliz.
Pero para lograr todo eso, para "entrar al sistema", para no
"estar excluido", debes seguir o votar a tal candidato; a tal
político.
Entonces
allí nace la relación simbiótica entre uno y otro.
Si
todos estuviesen "dentro del sistema", si no hubiese
"marginados", no habría dependencia. No habría "arriba y
abajo". No se podría controlar tan fácilmente los amores y odios. Así
sucede en este "sistema", con estas ideas, y con este "control";
esta necesidad de controlar todo lo que se hace. Ya sea a través de registros,
de la web, de los bancos, etc.
Así
que sí, mi respuesta es sí. Los poderosos siempre utilizan a un grupo en
especial (los pobres, los marginados) para "emerger" y para
mantenerse en el poder.
Siempre
está el engaño a la orden del día. El engaño de la fe, de la promesa de
"conmigo no vas a ser más marginal".
¿Crees
que si los pobres se unen pueden cambiar su historia?
Opino
que sí. Si los pobres, si los marginales, si todos nos unimos la historia puede
cambiar. Hacia donde vire, no lo sé. Pero que es necesario cambiar este sistema
"cuasi agotado, y reventado", creo que no hay ninguna duda.
El
gran problema es que somos seres humanos. Y en los seres humanos hay un punto
donde aparece la "ambición de poder", la "corrupción", el
"ego", la necesidad de "estar unos encima de otros". Y allí
aparece el conflicto, las luchas eternas y la destrucción de aquella idea
original que podía prometer algo.Ese es uno de nuestros grandes rivales: el
ego.
Si se
unen pero los egos siguen siendo individualidades, difícil que cambie realmente
algo.
¿Los
cambios son para seguir manteniendo el poder?
Ese
es el problema. El poder. Alguien hace no mucho me dijo que en la antigua
Grecia no eran "puestos políticos", ni profesión, como se llamaba a
aquellas personas destinadas a gestionar/mejorar la vida de las personas,
etc... se los llamaba "cargos". Porque había una responsabilidad. En
nuestra realidad, siempre que se "cambian las figuritas", el
trasfondo sigue siendo el mismo.
Si
tuvieras que comparar a "Tiempos de cambio: Los que podemos ver" con
una comida, un lugar, un jugador de fútbol, un color, un momento, un
electrodoméstico, un libro, etc. ¿Con que lo harías?
Difícil.
Las comparaciones siempre son odiosas. Muy difícil. Lo compararía con la
"Historia" de Latinoamérica. Las semejanzas en la
"Historia" de todos los países de la región. Esa necesidad constante
de liberación, de no "depender de nadie". Esa necesidad de compadrito
de decir "soy libre y hago lo que quiero".
Todo
en un color tono sepia, y algún libro que cause debate. Mucho debate.
¿Cómo
fue la puesta en escena de la obra?
Un
gran, gran desafío. Muchos actores y un gran despliegue de elementos
escenográficos. Papeles. Papeles por todos lados. Papeles que tapen una
realidad venida a menos; una realidad dejada, abandonada, perdida en el tiempo.
En un tiempo que ya nadie recuerda ni le interesa recordar. Las personas que viven
allí, luchan consigo mismo y con la necesidad de subsistir. De existir. De
vivir; de decir "aquí estoy"; "Vivo". Esa pelea que cada
uno de nosotros, como espectadores, la tenemos cada día de nuestras vidas.
¿Quién quiere ser olvidado?
La
necesidad de lograr una imagen amplia y contundente. Tan contundente que sea
opresiva, que permita solo los "relajos" que la misma obra da.
Un
hermoso desafío que me ayudó para seguir creciendo.
Un
gran esfuerzo durante los ensayos y las funciones que siguen en pie, muchas
escenas, muchos movimientos. Entradas, salidas. Y que a la vista parezca
"sencillo". Mucha coordinación en el detrás de escena.
Veo
hoy el resultado y me parece algo hermoso. Es natural, soy el director. Pero
estoy muy conforme con la imagen que devuelve el escenario.
¿Se
piensa en el público al salir al escenario y los comentarios posteriores?
No y
Sí. Al ensayar, al hacer las funciones uno hace. Hace y después llegarán las
sensaciones de quienes asistieron a ese encuentro entre "actor-espectador".
Porque
ya es una realidad re-contra sabida que cada función es única y dispara
imágenes distintas. Pero en los ensayos como director, de a ratos fantaseo con
la "mirada del público", "Va a suceder esto aquí, esto
allá", pienso, y sucede. Pero
luego digo, "¿quién es el público?". ¿Es una masa? ¿Es alguien en
particular?, son preguntas que aún no tienen respuesta en mí. O quizás prefiero
que no tengan respuestas todavía. Pero no se piensa en el público, y sí. "Porque
te tengo y no".
Claro
que los comentarios posteriores son recibidos pero siempre entendiendo que
nadie tiene la "verdad única", que esas sensaciones son de esa
función. Que nada es universal, que es relativo la mayoría de esos comentarios.
Son siempre miradas subjetivas.
Pero
en la antesala de la función y en la mayor parte de los ensayos, intento que
los actores y todo el grupo no piensen en el público. Como cuando uno va al
encuentro con una chica/o, aunque pienses todo lo que le vas a decir, luego
sale siempre otra cosa. Otras palabras, otras acciones. Entonces, relájate y
deja que fluya, disfruta el momento.
¿Adónde
y quién les gustaría que lo vean la obra?
Me
gustaría que lo/a vea todo/a aquel que se siente incómodo en la realidad que
vive, aquel que está conforme, también.
Mi
familia, mis amigos, mis amigos de mis amigos. Todo el que quiera, todo el que
pueda. Se van a divertir y se van a ir con un par de preguntas o reflexiones. O
con una gran certeza.
¿Crees
que a través del teatro se puede generar consciencia o mostrar otra forma de
vida?
Por
un rato sí. Depende de lo hondo que calen las imágenes que se recibe del
escenario. Por un rato es posible generar un debate, y la posibilidad de lograr un breve rato para
reflexionar, para generar debate, a mí ya me pone contento. Que cada obra genere algo, genere una charla
posterior (con otro o con uno mismo), eso, para mí, ya está. Ya es
"objetivo cumplido". Ya me doy por hecho y satisfecho. Y muy
agradecido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario