HISTORIAS PARA SABOREAR UNA
TRAS OTRA
Lauro Campos es actor, director y escritor teatral desde muy
chiquito, por eso decidió que sus anécdotas, experiencias e relatos estén en el
libro Chocolatines. En charla con Baldosas Flojas el dramaturgo nos contó cómo
se acercó a la literatura, para que pueden ser utilizadas las crisis y la tecnología.
Las experiencias son algo que uno no olvida y quiere contarla
a la mayor cantidad de gente para que pueda sentirla o bien para que la
disfrute. Lauro Campos nació en Luciano José Ramón Corvalán, en
Rosario, Santa Fe, fue Abogado dedicado
a la función judicial y jubilado en la misma, pero durante toda su vida se dedicó a ser actor y
director teatral en el teatro independiente de su ciudad, escribió teatro,
radio, televisión y narrativa. Tiene numerosas publicaciones de sus obras
premiadas en las colecciones del Instituto Nacional del Teatro, como Circe o el banquete y El servidor, El camino del
elefante y textos de Solomonólogos son algunos de sus textos teatrales
publicados.
Estrenó más de cien
piezas de las ciento cincuenta que tiene escritas. En el rubro radio, recibió
el Galardón Susini, por trayectoria en 2003 de parte del Consejo
Profesional de Radio de Argentores, y en 2014, el Premio Argentoy res por
su radio comedia Crack, en el rubro radio novela en capítulos.
Todas las anécdotas y
recuerdos decidió contarlas en el libro, recién editado, chocolatines, en
charla con Baldosas Flojas el escritor nos contó las obras que lo marcaron, las
pasiones que le despiertan las historias y lo que puede generar el teatro.
A la literatura desde chico. Pero a eso hay
que agregarle que yo, a los 13, cuando comencé a estudiar inglés en la filial
rosarina de ICANA (ARICANA), comencé también a interesarme por el teatro y leía
teatro inglés y norteamericano tanto en idioma original como en castellano. Eso
me llevó luego a estudiar la técnica inglesa para interpretar. Pero en lo que
se refiere a narrativa, fue la colección Robin Hood, aquella gloriosa de las
grandes novelas para adolecentes, la que me llevó a la emoción y el gusto por
la literatura por vez primera. También una historia sagrada regalada por mi
papá y Las mil y una noches, los cuentos árabes, que me apasionaron. Yo todavía
recuerdo con emoción y lloro con Corazón, de Edmundo de Amicis, y me encantan
Las aventuras de Tom Sawyer y su amigo Huckleberry Finn, de Mark Twain. Después
fueron los Cuentos de la Alhambra, de Washington Irving. Una comedia mía, un
gran éxito, "Qué se puede hacer con un muerto en una noche de
sábado?" tuvo su primera inspiración en el cuento del Jorobadito muerto de
Las mil y una noches.
¿Cuáles fueron las obras que
lo marcaron para dedicarse a la dramaturgia?
A la dramaturgia me
llevaron también norteamericanos e ingleses como O´Neill, el papá del teatro
norteamericano, y Tennessee Williams, en el drama. Y en la comedia Noël Coward,
del que hice todo su repertorio, como actor y director con mi mujer, Emmy
Reydó. Pero me gustan entre los españoles Lorca, Paso y Mihura y entre los
italianos Pirandello y Eduardo di Filippo, el autor de Filumena Marturano, de
la que hice una versión magnífica para dos personajes que aprobaron sus
herederos.
¿De qué se trata Chocolatines,
recuerdos y anécdotas?
CHOCOLATINES son recuerdos y anécdotas con
humor y emoción, son recuerditos apasionados, cortos, para saborear uno tras
otro, como en el cine los chocolatines. Y pintan en algunos casos mi vida y en
otros mi vida CON. He conocido a mucha gente maravillosa a lo largo de mi
carrera, y he atesorado esas amistades, esas conexiones. Y tengo una buena
memoria, por lo cual he vuelto locos a mis amigos contando estas anécdotas a
veces vividas por mí, otras contadas por amigos. Esa tradición oral por milagro
se ha convertido en uno de mis libros más regocijantes porque tiene de todo,
afecto, humor, tragedia, misticismo. Todo eso que soy yo, apasionadamente.
¿Se piensa en el público a
llevar la puesta en escena una obra?
A veces sí, otras no. He pensado en el público
a la hora de producir, porque era importante que el público disfrutara, no se
aburriera, se llevara algo. En estos momentos en que vuelvo al teatro como
actor el año próximo, he pensado en lo que me gusta, en lo que quiero decir.
Quiero hablar de reconciliación, de misericordia, de abrazo, y por eso voy a
hacer un espectáculo que se llama Lauro cuenta Andrónico, según la tragedia de
Shakespeare. Es unipersonal y contado también, como los CHOCOLATINES. Yo soy un
gran "contador" de historias. Y eso lo aprovecharé desde el teatro.
Contando esta historia que tiene que ver con la Roma de la decadencia y también
con nuestro país. Y como director voy a dirigir una pieza mía, Ella entre
nosotros, que es una pieza epistolar escrita para mis amigos dos actores
mayores que estarán estupendos. Y con ellos estará mi mujer. Es una historia
muy chejoviana, muy suave y hermosa. Y también voy a dirigir un unipersonal
para Evangelina Bruno, una estupenda actriz, que se llama Hasta hace daño
mirarla, y es sobre la cancionista Ada Falcón. Estos tres espectáculos han sido
planeados sin pensar en si les van a gustar o no al público. Estoy mayor ya y
creo que me puedo dar el gusto de hacer y decir lo que quiero en este medio tan
hermoso y que amo tanto.
¿Qué tiene el teatro que no
tiene las demás ramas del arte?
El teatro tiene todas las
artes en sí mismo. Es más, puede agregarse a él la multimedia y puede
transformarse en la combinación perfecta de todas las artes: Literatura,
Pintura, Música, lo Audiovisual, todo. El teatro además detona un aspecto de la
vida en un momento de la historia y si esa detonación pega en el público se
universaliza. Por eso es tan importante.
¿Vivir en constante “crisis”
ayuda a buscar respuesta en el teatro?
Si entendemos las crisis
por cambios estos son siempre saludables. Y el contacto con los cambios que
plantean los jóvenes son tan saludables que eso te ayuda a no anquilosarte con
viejas fórmulas teatrales que ya no interesan, al menos en este momento. Yo soy
un autor inscripto en el realismo, pero no en el naturalismo. El realismo da
lugar a permisos que enriquecen el espejo que el teatro pretende ser. Y
las crisis ayudan. Si me apuras un poco, hasta la angustia ayuda.
¿En qué ayuda y perjudica la
tecnología hoy para el teatro?
No, creo que siempre ayuda, en la medida que
te propongas usarla. El hombre tiene la decisión. Si querés hacer el gran
espectáculo con todos los chiches tecnológicos, fantástico. A veces la decisión
del artista pasa por hacer algo chiquito, íntimo, y eso pequeño tiene mucha más
fuerza que lo espectacular.
Cree que a través del arte se
puede generar consciencia o mostrar otra forma de vida
Siempre. Y más aún a través de la comedia. La
comedia con su espejo terrible y burlón, el humor, es la mejor manera de
mostrarle a la gente cómo vive y cómo se puede vivir de una manera diferente.
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