lunes, 28 de abril de 2014

IMAGINANDO LOS TEXTOS

Efectos colaterales es un libro de cuentos escritos por Pablo Besarón, en él conviven lo cotidiano, lo fantástico y lo siniestro, el autor habló con Baldosas Flojas sobre su trabajo, la forma en que se inspira y  porque no hay motivaciones con la lectura.

Pablo Besarón es ensayista, escritor y edito Efectos Colaterales un libro de 10 cuentos que marca la forma de imaginar a través de lectura, en charla con Baldosas Flojas el autor contó sobre la forma de escribir, la realidad, la ficción y las falencias en la motivación hacia la literatura
¿De qué se trata el libro Efectos Colaterales?
Es un libro de cuentos cortos, son  10 cuentos divididos en dos partes, la primera, fronteras y después, que son del genero fantásticos, teniendo en cuenta las fronteras como un  lugar donde termina la legalidad y quedan esos espacios donde hay un después, son  5 cuentos fantásticos y los otros 5  los denomino de borrón y cuenta nueva que son más realistas, aunque con finales un poco complicados por decirlo así, estoy contento con la publicación del libro, es un fenómeno extraño que a la gente le gusta, ja ja ja.
¿Cuánto de realidad tienen los cuentos, teniendo en cuenta en lo te inspiraste para escribirlo?
Es así, en el origen del cuento hay un disparador, una imagen, es muy común encontrarse con algún  amigo, familiar, cliente que te cuente una historia y te diga que esto es para una novela ó cuento, alguna de las historias tiene algo de eso, sobre todo tiene una imagen, por ejemplo en mi edificio murió  una señora de 80 y pico de años y un día me pareció verla en el ascensor, obvio que no era , pero esa imagen de ver a un muerto, es muy rica, se desplegó en un cuento que se llama Delia y la telenovela de la 5, trata sobre un muerto que sigue con su vida cotidiana viendo la  telenovela colombiana, pero en general se ve la realidad subalternando a un texto literario
¿Se piensa en lo que puede generar  el que lee?
Hay una distinción en la universidad entre el destinatario y el receptor, hay un receptor imaginario al que se juega con darle y no la información, ese se va  construyendo acerca de lo que se le quiere decir, pero al  lector real no se puede prefigurar, el texto es independiente del autor cuando se edita, ya forma parte de la cultura, ahí entra en juego los barajes histórico de cada  persona,  leer las cosas de modos diferentes, esas son las cosas ricas de la literatura, y no la del dictador del sentido, hay un lector que está pensando la escritura en sí misma, es un yo hacia un tu, siempre hay un destinatario diferente al real.
Es como cuando éramos chicos y creíamos en el amigo imaginario
Vos me asocias lo chico y cuando se habla de libro de cuento se piensa en chicos,  claro hay un imaginario extendido y una experiencia originaria, cuando somos niños nos cuentan la vida con historias, uno pregunta y te van contando de forma de cuento lo que sucedió, por eso uno relaciona la imaginación a los chicos, un poco algo de eso hay, pero me gustaría que exista siempre  el sabor de la infancia, el asombro, que se nos van contando cosas
En los tiempos que corren es difícil motivarse para leer o escribir ¿ a que crees que se debe?
Lo que pasa es la forma en que nos enseñan literatura en la primaria y segundaria, yo tenía amigos que  15 años después de terminar el segundario me dicen que lindo es El Quijote, el tema con la enseñanza formal es que apunta a lo pedagógico  sobre lo estético ó  el placer, te enseñan un texto para que no lo disfrutes, veas la gramática, lo normativo, no es que no hay que enseñarlo, pero si hablas de literatura,  tiene que estar el deseo, la  fantasía, los mundos posibles, la veta de la vida de construir  el  tu y el  yo y demás pero lamentablemente subordinado a la textos de ficción el colegio primario y segundario apuntan a lo  pedagógico y lo  degradan. Por ejemplo Mujercitas es un libro que no dan ganas de leer porque está  plagado de enseñanzas, ya desde el mismo título, apunta a educarte hacia el buen camino, es como poner un  policía al sentido y uno va  desechando el libro y otros textos infantiles que pueden expandir mundos imaginarios o deseos como Alicia en el país de la maravilla.
Hay una palabra del viejo Hegel que es la alienación de la  vida cotidiana, es cómo estar sin vida, no podes hacer lo que querés, la literatura cumple con el placer de conectarte con el deseo.














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