La Ojerosa cerró el 2013 en vivo en el Aguila Marquee junto a La Gran 7, fue una noche para recordarla por la energía que
se vivió arriba y abajo del escenario, más allá del calor sofocante.
El almanaque indicaba que era domingo 24 de noviembre pero al
otro día era feriado en la argentina , el calor apretaba en las calles, mucha
sensación térmica, pesado, pero en la esquina de Carranza y Gorriti en el “pituco”
barrio de Palermo Soho o como lo quieran definir, a partir de las 22:00hs empezó
a acercarse gente para ver un evento que quedara en la retina de muchos, como
el último recital del 2013 de La Ojerosa, que tuvieron un año donde editaron su
primer disco ¿Quién Baila?.
En primer lugar subió al escenario la banda santafesina La
Gran 7 que pusieron su rock, blues, boggie , mostrando varios temas de su nuevo
disco Nubes de tierra y su experiencia de 10 años de trayectoria con un público
contento de escuchar las canciones que ayudan a alegrarse y a reflexionar sobre
el amor y lo que hacemos cotidianamente.
Alrededor de las 23: 50 el reducto se lleno de gente que sabía
a que había ido, que sabía que esperaba, con que se iba a encontrar, aunque la
banda que editó recientemente su primer disco ¿Quién baila?, siempre sorprende
a sus seguidores recital tras recital.
El calor se sentía pero nada importaba, solamente sentir el
primer acorde de la banda para que la gente empezara a moverse, primero la cabeza, después las manitos hasta llegar a
la energía que movían los pies y todo el
cuerpo. Desde arriba del escenario surgían canciones que daba arranque para
pensar que se puede cambiar las cosas con astucia y elegancia.
La voz de Alejandro Falcone iba
acompañada de la guitarra de Guido Donato, dándole pasos a Juan
Sevlever en saxo, armónica y teclados , a que le ayudaron otros “caños” invitados en algunos temas, los
golpes con precisión de Nicolás
Petrungaro en la batería, sincronizados con la percusión de Pedro Lipovetzky, más el bajo de Ramiro Vulijscher.
Así
iba surgiendo tema tras temas, ya no importaba el clima, ni la hora, ni el día,
ni el lugar, ni lo que pasará, solamente ese momento que no parecía tener
distancia entre el público y los artistas y nadie quería que se terminara.
Los
ritmos se fueron sucediendo y concluyendo como una copa de un liquido sabroso
que se escurre por la garganta y deja un bienestar en todo el cuerpo, así La
Ojerosa cerro su año arriba del escenario, pero dejando la promesa que en el
próximo volverán a los escenarios con esa impronta y sus seguidores esperaran
ansiosos una nueva unión de la familia, como ellos llaman a sus partidarios.
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